Encender una lámpara, poner la televisión o pulsar un interruptor son actos tan habituales en nuestra cotidianidad que, generalmente nos olvidamos de dónde procede la energía que utilizamos, la infraestructura ingente que hacen posible estos gestos y lo afortunados que somos al tener un suministro de electricidad en condiciones de calidad y seguridad, pueden estar en riesgo si las fuentes de las que se obtiene no se renuevan o se desatiende su necesario mantenimiento. Muchas son las ventajas de la energía eléctrica. Te las contamos.

La energía eléctrica se ha posicionado durante el último siglo como la reina de las energías, no solo por su versatilidad, sino también por su facilidad de uso. Sus ventajas son diversas: no contamina, es de fácil transporte a través del cableado y permite su accesibilidad hasta los lugares más alejados.
El desarrollo de la energía eléctrica ha permitido un elevamiento en los niveles de vida de la población mundial. Y cuando realizamos una comparación entre beneficios y perjuicios ocasionados por la energía eléctrica en nuestras sociedades, debemos tener en cuenta el desarrollo económico y social, la asistencia técnica, los medios de comunicación, el alfabetismo, el acceso al agua potable y la expectativa de vida están condicionados por ella.
Cabe decir que dichos indicadores aumentan con el consumo de energía por habitante. Una cifra que nos permite ilustrarlo es que cerca de dos mil millones de personas carecen de acceso a la energía eléctrica en el planeta. Para la ONU y otros organismos internacionales, la reducción de estos indicadores se ha convertido en un objetivo que lleva consigo la producción de energía eléctrica accesible a toda la población, condición básica para superar el subdesarrollo y la pobreza.
Energía eléctrica y medio ambiente
La relación entre acceso a la energía eléctrica y medio ambiente es innegable. La ausencia de ésta se convierte en un impedimento para la salud y la prevención de enfermedades. Para la ONU la contaminación del aire en espacios cerrados debido a la quema de combustibles tradicionales es uno de los principales factores que causa enfermedades en las vías respiratorias. Anualmente mueren cerca de dos millones de niños menores de cinco años por carencia de los mínimos aceptables, todos relacionados con la carencia de la electricidad. Además, en muchas zonas del planeta, el uso de biomasa o la madera ha causado la deforestación irreversible de enormes extensiones y de territorios comparables con algunos países europeos.
El cambio climático y los daños a nuestro entorno natural ha hecho necesario que el proceso de generación de la energía eléctrica deba examinarse cuidadosamente por los Estados y la empresa privada, realizando un estudio serio sobre las fuentes energéticas, un manejo más claro de los residuos que genera y alternativas viables que permitan minimizar el impacto que algunas fuentes energéticas producen sobre el medio ambiente.
En este punto la producción de energía eléctrica a través de energías renovables ha tomado más protagonismo, pero requiere una gran inversión de dinero público y privado. Una solución, que permitiría el acceso a la energía para la población y una menor contaminación medioambiental, es que las fuentes renovables se generalicen en los hogares, así como los sistemas de distribución y transformación. Así, los grandes distribuidores de energía eléctrica no tendrían tanto protagonismo, aunque seguirían funcionando para equilibrar localmente las necesidades de electricidad de las pequeñas comunidades.
En la búsqueda del acceso extendido, un hogar medio europeo, o de cualquier lugar del planeta, podría paliar su consumo anual de electricidad si dispusiera de un sistema solar con almacenamiento de energía, y paneles de tamaño suficiente, de esta manera sólo se tendría que recurrir a fuentes de electricidad algunas horas por semana. Esto significa que el consumidor pasaría a tener una actitud activa en el sistema de generación, vendiendo sus excedentes y donde la red de generación eléctrica pasaría a cumplir una gestión pasiva sobre el sistema.
No hace falta mencionar que la energía es un recurso limitado y que, por lo mismo, es tarea de todos racionalizar su consumo, una cultura de generación y ahorro proactiva desde el Estado y la sociedad inmanente al ser humano y a la democracia. Un claro ejemplo es que cerca de 65% de la energía utilizada para la generación de electricidad se pierde como calor residual sin que los gobiernos tomen medidas. De manera que, cuando la sociedad global tome conciencia sobre la importancia de la electricidad y el bien escaso que supone para una amplia capa de la población, es probable que se logre asegurar la existencia de la misma. En últimas, se trata de crear programas globales de aseguramiento y acceso a la producción energética, limpia, eficaz y, lo más importante, para todos.
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